domingo, 18 de diciembre de 2011

Capítulo 8

                                                  8
                    SOLDADOS EN EL MUNDO VIRTUAL


El primer piso subterráneo de la fábrica custodiaba el sistema de control del supeordenador.
Hannibal Mago entró en la amplia sala, iluminada con una luz verduzca que salía directamente de las paredes. En el centro había una plataforma circular sobre la que colgaba una maraña de brazos mecánicos y cables eléctricos. Entre la plataforma y los aparatos del techo flotaba una esfera semejante a un pequeño planeta dividido en cuatro gajos de distintos colores. En el centro de la esfera brillaba un núcleo de un vivísimo color blanco.
Mago se paró a admirar aquel mundo casi transparente suspendido en el aire.
-¿Eso es Lyoko? -preguntó.
Memory había tomado asiento en un cómodo sillón giratorio con una serie de botones en los brazos, a poca distancia de la plataforma, que estaba rodeado por una imponente consola compuesta de teclados, pantallas y palancas. La mujer estaba atareada con los mandos del ordenador, pero se giró en cuanto oyó la voz de su jefe.
-Sí, es de una proyección de Lyoko. Desde aquí puedo controlar todo ese mundo, gestionar las torres... y, sobre todo, ver dónde se encuentran nuestros hombres.
Mago se le acercó y empezó a estudiar el holograma de Lyoko. Uno de los gajos, el de color verde, tenía superpuesta una etiqueta rectangular en la que brillaba un texto de letras tridimensionales que rezaba LYOKO BOSQUE. Sobre la superficie del gajo verde había tres puntos rojos suspendidos e inmóviles. Memory se los señaló con un dedo.
-Ahí tiene: esos tres puntos indican la posición de nuestro comando.
-¿Y por qué no se mueven? -preguntó el hombre con un tono de fastidio.
-No tengo ni idea -admitió Memory-. Debe de haber alguna forma de comunicarnos con ellos. Pero a lo mejor todavía no he comprendido del todo cómo activar el micrófono. He tratado de hablar con ellos, aunque no me oyen.
-Aumenta el zoom -dijo Mago.
-Puedo hacer algo aún mejor.
Los dedos de la mujer comenzaron a martillear el teclado. Uno de los monitores se apagó para luego volver a encenderse, mostrando una nueva imagen.
Parecía una escena de un videojuego. El cielo era de un tono azul claro, aunque no se veía ningún sol en él. Tampoco había nubes. El terreno era una compacta explanada verde, que en teoría debía recordar la hierba, y se veían algunos árboles de troncos estrechos y altísimos. Podría haberse tratado de abedules, pero los troncos eran demasiado rectos y lisos, y se perdían en el cielo sin que pudiesen vislumbrarse sus copas. En la realidad no existía ningún árbol de ese tipo.
-¿Es una fotografía estática? -preguntó Mago.
-No, se trata de un vídeo. Muestra exactamente lo que ven los ojos de... -Memory le echó un vistazo a otra pantalla-. Del soldado raso Kalam.
-Pero no se mueven. ¿Por qué?
-Estaba convencida de que era culpa del audio -dijo la mujer, encogiéndose de hombros-, que estaba esperando nuestras órdenes.
-¡Nadie puede quedarse así de inmóvil! Ni siquiera ha girado la cabeza. Hágalo salir inmediatamente de ahí. ¡Tiene que haberle pasado algo!
Memory obedeció.

En el desván de La Ermita estaba oscureciendo. Por las ventanas entraba la luz, de un tono naranja oscuro, de la puesta de sol. La puesta de sol del 3 de junio de 1994, para ser exactos.
Yumi suspiró. ¿Cuántas horas llevaba atrapada en el Mirror? Hopper y Aelita, o, mejor dicho, sus grabaciones, se habían alejado de la buhardilla hacía ya un montón de tiempo, pero ella había decidido no ir detrás de ellos.
Ya no le interesaba descubrir qué contenía el diario del profesor. Sólo quería volver a casa, advertirle a los demás que X.A.N.A. estaba vivo.
A los pies de la muchacha, Odd seguía durmiendo, tendido sobre un costado y con la boca entreabierta. Su tórax casi no se movía.
-¿No podrías despertarte? -le susurró dulcemente Yumi, tocándole un hombro-
. No sabes la falta que me haces -esperó un instante y, al ver que no pasaba nada, lo sacudió con más fuerza-. ¡Despiértate, Odd, por favor! Lo digo en serio.
-¿Mmm? -respondió el muchacho, abriendo un ojo y luego el otro. Se agarró la cabeza con ambas manos, con delicadeza, como si tuviese miedo de que le fuese a explotar-. Me siento como si me hubiese pasado una apisonadora por encima de la...
No logró acabar la frase. Yumi se había puesto de rodillas, y lo estaba abrazando con todas sus fuerzas. Tenía lágrimas de felicidad bajándoles por las mejillas. ¡Ahora ya no estaba sola!
-Oye, más despacio -murmuró Odd-. Que me estás ahogando...
El muchacho se irguió hasta quedarse sentado y miró a su alrededor con curiosidad.
-¿Dónde estamos? ¿En La Ermita? Para ser enero, hace un montón de calor...
-Ejem. En realidad estamos en junio. Es el 3 de junio de 1994.
-Uau, que fuerte. ¿Ese científico loco de Jeremy se las ha apañado para construir un máquina del tiempo, como en la peli esa, Regreso al futuro? Si ha usado un coche, espero que sea un bólido como está mandado, un Ferrari o un Porsche, o...
Yumi se echó a reír y le puso una mano sobre la boca para hacer que se callase. Ése sí que era el Odd de siempre. ¡Nunca se le quitaban las ganas de bromear!
La muchacha lo puso al día rápidamente sobre su situación, hablándole del Mirror y de los descubrimientos que había hecho acerca del pasado de Hopper y Aelita. Y después, lo más terrible de todo: X.A.N.A.
-¡Ahora me acuerdo! ¡Eva Skinner! -explotó Odd, que, no se sabía muy bien cómo, había conseguido quedarse callado hasta ese punto de la historia-. Fuí a visitarla a su casa, y ella era X.A.N.A., y me besó, y luego... todo se puso bastante confuso.
-¿Eva? ¿X.A.N.A. también se ha apoderado de ella? Entonces estamos metidos en un lío bien gordo. Ya debe de hacer más de un día que no consigo contactar con Jeremy. ¡Ni siquiera podemos avisarlo del peligro!
-Ya verás como ellos se las apañarán muy bien solitos -la tranquilizó Odd con una sonrisa-. Más que eso, me preocupa otra cosa que no consigo explicarme. Yo había ido a casa de Eva porque me había encontrado una tarjeta de memoria de lo más rara. Se le había caído al hombre de los dos perros al atacar a mi padre. Dentro tenía un vídeo en el que se veía a la madre de Aelita, ¡y estaba atada a una silla, secuestrada!
-Yo ya no entiendo nada. ¿Sabes otra cosa bien rara? Tu padre y los míos... ¡Hopper los conocía! He oído que hablaba de ellos con Aelita hace tan solo unas pocas horas, o sea, hace unas horas del 3 de junio de 1994. ¿Cómo es posible?
En aquella historia cada vez había más elementos misteriosos.
-Pues yo creo que tenemos que resolver el problema más importante -dijo Odd mientras miraba a su alrededor con preocupación.
-¿X.A.N.A.?
-No -respondió en un tono extremadamente serio-. Comida. Hace siglos que no me meto nada entre pecho y espalda.
Yumi sintió cómo se le retorcía el estómago. Pues sí, la verdad era que ella tampoco había comido nada desde que había entrado en el Mirror. Aunque, claro, ¿iban a poder hacerlo de verdad? En el fondo, ellos estaban virtualizados, ésos no eran sus cuerpos físicos, y...
-Vamos a buscar algo que echarnos a la boca -dijo Odd mientras se ponía de pie.

La puertas del escáner se abrieron con un zumbido, y el soldado cayó de bruces. Dos de sus compañeros de pelotón estaban listos para sujetarlo, de forma que no golpease con toda la fuerza de su caída la cabeza contra el suelo.
Hannibal Mago se quedó mirando mientras tumbaban al soldado en el suelo y Memory se inclinaba sobre él con un estetoscopio para comprobar sus costantes vitales.
-Éste es ya el tercer hombre que mandamos a Lyoko -observó Mago-, y parece tan maltrecho como los demás.
Memory se quitó el aparato de los oídos y asintió.
-Sí -confirmó-. Sigue vivo, pero está en estado de choque.
-¿Y por qué?
La mujer se puso de pie y dirigió una tímida sonrisa. Mago entendió al vuelo la situación, y le indicó con un gesto que lo siguiera. Volvieron juntos al ascensor, subieron a la planta baja de la fábrica y luego se metieron dentro de la jaima. Una vez allí, Mago se quitó los zapatos y se dejó caer sobre los mullidos cojines. Cogió una tetera de plata de la que salía un delgado hilo de vapor, claro y aromático. El camarero había sido diligente. A las cinco en punto, ahí estaba su té. Hannibal se sirvió una buena taza y saboreó el líquido amargo. No le preguntó a Memory si quería un poco, y la dejó esperar allí, de pie.
-¿Qué es lo que está pasando? -dijo instantes después, agitando una mano.
-Creo que es culpa de los escáneres de virtualización -respondió la mujer-. Cuando se virtualiza a un ser humano, su cuerpo se desintegra por completo, y el ordenador procesa sus datos y lo reconstruye dentro de Lyoko.
-Ve al grano -le ordenó Mago, a quien aquellos detalles técnicos no le interesaban ni un ápice.
-A la hora de reconstruir el cuerpo en el mundo virtual, el ordenador no se basa en la estructura física del cuerpo en nuestra realidad, sino que empleaba la imagen de sí mismo que se halla en el cerebro del sujeto. En pocas palabras, dentro de Lyoko cada persona adquiere el aspecto que se corresponde con sus sentimientos acerca de cómo es, de cómo se ve a sí misma. En cierto sentido, en Lyoko uno se encuentra metido en su verdadero cuerpo, que es muy distinto del que tiene en nuestro mundo.
Mago acabó de beberse su té.
-He llevado a cabo un par de análisis -siguió explicando Memory- sobre las imágenes de Lyoko que he tomado a través de los ojos de nuestros soldados. Todos ellos habían adquirido apariencias monstruosas. Uno, por ejemplo, se había transformado en una araña inmensa, y otro era un niño que parecía totalmente perdido y estaba cubierto de una sustancia amarilla semejante a... vómito.
-Puaj -comentó Mago mientras torcía la boca, asqueado-. No me extraña que se queden en estado de choque.
-Ya. Nos resulta difícil enfrentarse a nuestros miedos más profundos y aceptar el aspecto que nos damos a nosotros mismos. Estos soldados se han manchado las manos con crímenes de todo tipo. Y cuando Lyoko los fuerza a mirar cara a cara la realidad, se vienen abajo, se inmovilizan.
-¡Y se vuelven completamente inútiles! -gritó el líder Green Phoenix al tiempo que se levantaba de los cojines y empezaba a caminar adelante y atrás.
Necesitaba que sus hombres entrasen en el quinto sector, el núcleo de Lyoko, y abriesen el pasaje que lo conectaba con la Primera Ciudad. Pero ¿cómo podían conseguirlo, sise quedaban totalmente paralizados en cuanto ponían un pie en el mundo virtual?
-A lo mejor -murmuró Mago- otro comando podría tener más suerte.
-Yo, no... -dijo Memory, mirándolo con expresión vacilante-, no creo que...
-Inténtalo. Manda a Lyoko otra avanzadilla de soldados, y a ver qué pasa. Si no funciona, tú sigue haciendo experimentos, que a lo mejor se te termina ocurriendo algo útil.
-Sí, señor.
-Quiero un informe detallado para mañana por la mañana. Y dile a Grigory Nictapolus que se deje caer por aquí. Tenemos que encontrar una solución a este problema.
Memory salió de la tienda haciendo una ligera reverencia, y Mago se vio de nuevo a solas, mirando fijamente la gruesa tela de color esmeralda. Odiaba aquella fábrica. Apestaba a polvo y suciedad, y no era en absoluto un alojamiento a su altura.

-Ahora ya vuelvo a sentirme humano -dijo Odd mientras se limpiaba la boca con la manga de su traje de chico-gato.
Yumi lo estudió con una mirada escrutiñadora.
-La verdad es que cuando comes te transformas en un auténtico animal. Le has dejado a Hopper la nevera tiritando.
-La nevera de Hopper... ¡en 1994! Te aseguro que ni se va a dar cuenta.
El muchacho se levantó de la mesa y abrió la puerta del enorme frigorífico que dominaba la cocina de La Ermita. A Yumi se le pusieron los ojos como platos. Mientras sujetaba el mando con una mano, Odd había sido capaz de comerse medio pollo frío, un bocadillo de jamón y queso, las sobras de un lasaña al horno y un trozo de tarta. Pero toda esa comida había seguido estando en todo momento en su sitio: el pollo, envuelto en una película de plástico transparente; y la lasaña, en su fuente. Todo estaba perfecto, como si nunca lo hubiese tocado. Parecía increíble.
-¿Ves? -le dijo Odd, guiñándole un ojo-. ¡Y échale un vistazo a la mesa!
Ahora que el muchacho había dejado de tocar las viandas, los platos sucios y las servilletas arrugadas estaban volviéndose transparentes.
-¡Tachán! -dijo odd con una risita-. ¡Este asunto del mando es fantástico! Mucho mejor que lavar los platos.
-Es tal y cómo de cía X.A.N.A. -observó Yumi-, el mando de navegación del Mirror nos permite tocar y utilizar los objetos que vemos, pero no podemos modificar este mundo. Aquí no hay nada real: es todo virtual.
-Pero la comida estaba bien rica -comentó su amigo mientras se frotaba la tripa-. Aunque, ahora que lo pienso, llevaba por lo menos diez años caducada. Espero que no me haga daño al estómago.
Yumi siguió mirando la mesa, de donde ya habían desaparecido por completo los platos. Fuese o no fuese virtual, la comida estaba buena de verdad. Y el agua también. No se había dado cuenta de la sed que tenía hasta que se había bebido casi una botella entera.
-¡Bueno! -exclamó-. Ahora que ya nos hemos puesto las botas, nos toca decidir qué vamos a hacer. Estamos encerrados en este fragmento del pasado, y no podemos avisar a los demás de que X.A.N.A. aún sigue suelto. Y en ese mismo momento ese monstruo computarizado podría estar dedicándose a destruirlo todo.
-Exacto -le confirmó Odd-. ¿Tienes algún plan?
-Podríamos probar a seguir dándole a la tecla de avance rápido. Este Mirror parece una especie de peli en DVD, así que a lo mejor, si llegamos hasta los títulos de crédito, se acabará la película...
-... y nosotros volveremos a la realidad. Me parece guay.
Odd se le acercó y la tomó de la mano.
-Agárrate fuerte -le ordenó.
Después apretó el botón.

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