sábado, 24 de diciembre de 2011

Capítulo 14

                                                     14
                             EL PUENTE HACIA LYOKO


Ulrich desembocó en la plaza de la Primera Ciudad y miró a su alrededor, alarmado. Eva Skinner había desaparecido. La había dejado allí mismo, desmayada sobre los brillantes adoquines, y ahora ya no estaba.
El muchacho se plantó delante de X.A.N.A. y cerró los puños, listo para combatir.
-¿Dónde está?
El rostro de su enemigo se iluminó con una media sonrisa.
-¿Te refieres a Hopper? Lo hemos dejado en el castillo. Esa estúpida grabación no daba más de sí.
-¡No hablo de Hopper, sino de Eva! Dijiste que nadie le iba a hacer daño.
-Ah, ésa. Pensé que no resultaba prudente dejarla aquí. A mis monstruos les encanta jugar, y no quería que le hiciesen daño por error.
-¡Cuanta amabilidad! -bufó Ulrich con sarcasmo-. ¿Dónde la has metido?
X.A.N.A. levantó un dedo, y una parte del pavimento de la plaza que quedaba cerca de la fuente empezó a hincharse. Al principio era solo un leve encrespamiento del liso suelo de adoquines, y después la burbuja creció y se elevó, adquiriendo una forma oblonga que a Ulrich le trajo a la cabeza un huevo algo achatado. O una cuna galáctica.
El muchacho se acercó a aquel extraño objeto, y la superficie de la cuna se volvió transparente ante sus ojos. Ulrich titubeó. Se sentía sorprendido, y también algo asustado. Dentro estaba Eva. Tenía los ojos cerrados, y los rubios cabellos, esparcidos sobre una almohada azul celeste. Parecía una ilustración de La bella durmiente en el bosque. Pero X.A.N.A. era una computadora. ¿Qué podía saber él de cuentos de hadas? Tal vez esa inteligencia artificial era distinta del monstruo sin emociones contra el que Ulrich había luchado un sinfín de veces dentro de Ltoko. X.A.N.A. parecía ahora más... humano.
-Está durmiendo -murmuró al final.
-Muy observador. Enhorabuena -repicó el muchacho de pelo oscuro mientras echaba a andar de nuevo para terminar desapareciendo por un callejón-. ¡Aquí están! -gritó no mucho después.
Ulrich se apresuró a llegar hasta él. La calle parecía estar cortada por la mitad por una hilera de ladrillos negros como la boca del lobo.
-Vamos -exclamó X.A.N.A. al tiempo que empezaba a seguir aquel oscuro sendero.
Ulrich salió trotando tras de él, perplejo.
-¿Por qué te interesa tanto esta franja negra? -le preguntó.
X.A.N.A. desplegó una sonrisa burlona.
-¿Te acuerdas de lo que nos ha dicho la grabación de Hopper? El profesor reconstruyó la Primera Ciudad para tratar de volverla inofensiva, pero se dio cuenta de que eso no era posible. Entonces la aisló y puso en marcha un guardián. Yo.
Ulrich asintió. También recordaba otra cosa que les había contado Hopper: tiempo atrás, X.A.N.A. y Aelita habían sido amigos. ¿Lo habría dicho en serio?
-La ciudad donde nos encontramos ahora -continuó el muchacho que tenía a su lado- es un espacio encerrado, completamente separado de Lyoko. Pero...
-¿Pero?
-Hay una canal que conecta ambos mundos, un largo puente suspendido sobre el vacío que va desde la Primera Ciudad hasta Lyoko.
Ulrich puso los ojos como platos. Por un instante se sintió paralizado por el terror.
-Hopper ha dicho que... -balbuceó- había aislado el castillo...
X.A.N.A. asintió con la cabeza.
-¿Ves esa franja de ladrillos? Pues pone en contacto el castillo con el muro. Y el muro es la barrera que divide ambos mundos. Cuando lleguemos ahí, nos abriremos paso a través de él. De esa forma Lyoko y la Primera Ciudad volverán a estar unidos.
<<Y el castillo volverá a ser un arma -pensó Ulrich-. Y tú podrás recuperar todo tu poder y destruir mi mundo>>.
Debía detenerlo. Aunque no tuviese ni la menor idea de cómo conseguirlo.


Yumi terminó de desenrollar el cable eléctrico y lo fijó a la pared del túnel con cinta adhesiva para evitar que fuese a parar dentro de las aguas residuales. Después llegó al pozo vertical que llevaba a la superficie y se ató un cabo del cable al cinturón.
-¡Ya estoy aquí! -avisó.
Cuando iba allí con Ulrich y los demás, normalmente se ayudaban unos a otros juntando las manos para crear un escalón desde el que auparse hasta alcanzar el primer asidero de hierro, que se encontraba a unos dos metros de altura. Pero ahora Ulrich estaba muy lejos.
Desde la boca del pozo la profesora Hertz, que había vuelto a subir un par de minutos antes, bajó una gruesa soga, la ató con un complejo nudo a un árbol y luego le dio vía libre a Yumi.
La muchacha trepó hacia el aire fresco de la superficie con agilidad. El cable eléctrico que había desenrollado por todo el alcantarillado se movía detrás de ella, reflejando sus movimientos como una larguísima cola.
Arriba el aire estaba frío y resultaba deliciosamente inodoro. Hertz había extendido una lona de nailon sobre la superficie húmeda del sotobosque para evitar que se mojasen las herramientas. Ahora estaba sentada en el suelo, atareada trasteando con una gran caja oscura y un par de alicates.
Yumi se desenganchó el cable eléctrico del cinturón y se lo tendió a la mujer.
-Aquí tiene -dijo-. Lo he conectado al cuadro de mandos de la sala de mantenimiento, tal y como usted me pidió.
-Bien -aprobó la profesora-. ¿Y Jim?
-Todavía sigue abajo. Esta terminando de comprobar que las compuertas herméticas estén todas bien cerradas.
Yumi se sentó en silencio al lado de la profesora, observando sus manos, que trabajaban con precisión y habilidad en... ¡una bomba! La profesora Hertz acababa de crear un así, como si no fuese nada del otro jueves, recurriendo a simples materiales de laboratorio y algunas cosas más que había ido encontrando por aquí y por allá en el colegio.
<<No es la profesora Hertz -se recordó la muchacha-. En realidad, ella es la mayor Steinback, agente de las fuerzas especiales. Es una experta en explosivos, y a saber en cuántas otras cosas chungas...>>.
Yumi oyó unos ruidos que provenían del subsuelo, se asomó al oscuro pozo que conducía a las cloacas y sonrió. Jim Morales estaba tratando de trepar, pero no conseguía coordinar sus movimientos entre la cuerda y los asideros, y se resbalaba una y otra vez.
-En vez de quedarte ahí, mirándome -jadeó el profesor de educación física-, podrías echarme una mano, ¿no?
-Pero ¿tú no eras un atleta? -le tomó el pelo la muchacha.
-Sí, pero, ejem, me temo que me he hecho daño en un tobillo...
-Ah, claro...
Yumi le tendió una mano, ayudándolo a salir por la boca de la alcantarilla, y a continuación Jim les hizo un rápido informe: había hecho dos rondas por las cloacas, y todo estaba listo.
Al final la profesora Hertz tenía razón: quien-quiera que hubiese construido los túneles subterráneos que interconectaban el Kadic, La Ermita y la vieja fábrica se había limitado a ampliar un subsistema de conductos separado del resto. Había puertas de hierro de cierre hermético que aislaban los túneles de la escuela del alcantarillado normal de la ciudad. De ese modo los muchachos podrían ponerse a salvo de los hombres de Green Phoenix sin dejar el barrio, o incluso la ciudad al completo, sumidos en el caos.
-Ya estamos listos -dijo la profesora Hertz.
Yumi asintió con la cabeza.
-Jim, ayúdame a poner en su sitio la tapa de la alcantarilla. No me gustaría que las aguas del río desbordasen las cloacas y convirtiesen el parque en un lago.
En aquel mismo instante, una silueta completamente fuera de sí brotó de entre los matorrales. Era Odd.
-¿Qué te pasa? -le preguntó Yumi-. Parece como si acabases de ver un monstruo.
-Sí, eso es justo lo que me ha pasado -confirmó el muchacho-. Y me ha dado un mensaje para vosotros. Hemos perdido a Ulrich y Aelita. Los de Green Phoenix se han apoderado de La Ermita.


El soldado le pegó un violento tirón a Jeremy y lo empujó contra una de las columnas-escáner.
-Ahora te voy a soltar, pero no intentes nada raro.
La idea de intentar algo raro no siquiera se le había pasado por la cabeza a Jeremy. Aparte del que tenía detrás, en la sala había otros muchos soldados, y todos iban armados con ametralladoras y estaban colocados formando un círculo en torno a las columnas-escáner del segundo nivel subterráneo.
Jeremy observó los escáneres una vez más. Los cilindros de metal estaban conectados al techo mediante enredados manojos de cables multicolores que parecían las raíces de unos extraños árboles que colgasen boca abajo. Estaba a punto de entrar en Lyoko para ayudar a Green Phoenix. Le habría gustado ofrecer resistencia, pero se encontraba solo, y aquellos hombres tenían en su poder a la madre de Aelita. Y estaban dispuestos a hacerle mucho daño.
El soldado se peleó unos instantes con las bridas, y luego Jeremy sintió que la sangre de nuevo empezaba a fluirle por las venas. Comenzó a masajearse las muñecas. De tanto estar atado se le había cortado la circulación, y ahora tenía los dedos blancos, y le hormigueaban de una forma insistente y desagradable.
Jeremy hizo de tripas corazón y echó a caminar hacia la columna. Las puertas correderas se apartaron hacia los lados, dejando al descubierto una cabina estrecha y cilíndrica iluminada por una intensa luz. En cuanto estuvo dentro, la puerta se cerró tras de él, y los altavoces de la columna le transmitieron la voz de Memory.
-Estamos a punto de empezar con la transferencia. Aparecerás en el sector desértico de Lyoko, y desde allí tendrás que llegar hasta el quinto sector. A continuación...
-Sé muy bien cómo va la cosa -la interrumpió secamente el muchacho.
-Entonces, vamos a ello. ¡Vitualización!
Jeremy sintió un empujón hacia arriba y echó la cabeza atrás. Un chorro de aire caliente le levantó el pelo hacia el techo, y empezó a tener una fuerte sensación de vértigo.
Después aterrizó torpemente, tropezándose con las puntas curvas de sus ridículas babuchas verdes, y cayó de rodillas. Le costaba bastante mantenerse en equilibrio, pero ése era uno de los efectos normales de la virtualización. A los ojos y el cuerpo les costaba adaptarse al nuevo mundo. Y a su nuevo aspecto.
Tal y como había dicho Memory, se encontraba en el sector del desierto. Ante él se extendía una llanura unirforme de arena salpicada por unas pocas rocas oscuras que despuntaban aquí y allá en medio de la nada. La arena llegaba hasta el horizonte en todas direcciones, sin una sola duna ni ningún otro tipo de variación en el paisaje. Uno se daba cuenta enseguida de que se trataba de un sitio falso, muy alejado de la realidad.

«Y aquí estoy otra vez», pensó con un suspiro.
Jeremy había jurado solemnemente que jamás volvería a entrar en Lyoko. Hasta que Hannibal Mago lo habia forzado a cambiar de idea.
—Ufff —resopló mientras volvía a ponerse en pie.
El muchacho observó sus babuchas de puntas retorcidas y sus piernas, que estaban embutidas en unos leotardos ajustadísimos: Por lo demás, llevaba una casaca de un color verde brillante que también hacía las veces de faldita y se ajustaba a la cintura mediante un cinturón del que colgaba un estilete, es decir, un puñal de hoja estrecha y delgada. Se palpó la cara. Las orejas le hablan crecido, se le habían alargado y tenían dos mechoncitos de pelo sobresaliendo de la punta superior. Sobre la cabeza llevaba un divertido gorrito verde que terminaba en punta, con su plumita correspondiente sobresaliéndole de un lateral.
No era justo para nada: en Lyoko, Ulrich se transformaba en un experto samurai, y Odd, en un agilísimo chico-gato. Él, sin embargo, se convertía en un elfo. Un ridículo elfo verde en leotardos.


Por entre los árboles del parque del Kadic empezó a soplar un viento helado que le provocó una intensa tiritera a Yumi. La muchacha observó uno por uno a Odd, Jim Morales y la profesora Hertz, que había vuelto a ponerse a trabajar en su artilugio en el más absoluto silencio.
Yumi no podía creerlo. Primero Jeremy, y ahora Ulrich, Eva y Aelita. Solo quedaban Odd y ella para intentar resolver aquella situación.
-¿Y ahora qué hacemos? -murmuró.
-Seguimos con el plan -le dijo Hertz, levantando un momento la cabeza para mirarla directamente a los ojos.
-¿Qué plan? -preguntó Odd.
La mujer lo ignoró. A continuación sujetó con los alicates un pequeño cable rojo que tenían en un extremo pelado para dejar al descubierto los hilos de cobre que llevaba trenzados en su interior.
-Estad preparados -dijo Hertz-. Tres, dos, uno...
Con la punta del cable rozó un contacto que había en la caja de plástico que tenía delante. Saltó una diminuta chispa.
-... y la mecha está encendida -comentó Yumi.
Un instante después llegó la explosión.
Se oyeron un fragor subterráneo, un borboteo y, finalmente, el ruido del agua empezar a correr a raudales.
Yumi apoyó en el suelo las palmas de las manos y sintió la vibración de la tierra. Estaba funcionando.
-El sistema de alcantarillado del Kadic está aislado del resto de las cloacas de la ciudad -explicó al toparse con la mirada perpleja de Odd-. Acabamos de cerrar los conductos que lo ponían en contacto directo con la fábrica, La Ermita y las alcantarillas normales.
-Ajá -asintió Odd.
-La profesora Hertz ha localizado un punto en el que una de las galerías del Kadic pasa cerca del río, y... hemos volado la pared del conducto.
-O sea, ¿me estás contando que HABÉIS INUNDADO LAS ALCANTARILLAS?
-Exactamente. Ya no podemos tirar de la cadena del retrete ni darnos una ducha, pero por lo menos estaremos seguros de que los soldados de Hannibal Mago no nos pillarán por sorpresa saliendo de debajo de nuestros pies.
-¡Uau!
-Ey, ¡no me habías avisado de lo de los baños! -dijo Jim Morales al tiempo que se giraba hacia la profesora Hertz con una expresión preocupada-. ¿Cómo demonios voy a sacarme ahora esta peste de encima?
Ella le hizo un gesto para que se callase.
-Tenemos que volver de inmediato al colegio y estudiar detalladamente nuestras defensas. Si conozco lo bastante bien a Mgo, habrá raptado a Jeremy con un objetivo muy concreto: volver a abrir los canales que conectan Lyoko con la Primera Ciudad. Y en ese caso debemos esperar llevarnos muy pronto unas cuantas sorpresas desagradables...


Jeremy oyó directamente dentro de su oído una risilla. Se sobresaltó, desorientado. Era como si alguien se hubiese posado como un pajarillo en su pabellón auditivo y estuviese susurrándole dentro. Luego recordó que era del todo normal. Por una vez él se encontraba dentro de Lyoko, y afuera había otra persona guiándolo. Memory.
-¿Puedes oírme? -preguntó en voz alta.
Se sintió un poco idiota hablando solo en medio de un desierto, pero un momento después la risita interrumpió, y oyó la voz de la mujer.
Sí, sí. Tu nuevo look es... muy mono.
Jeremy suspiró, desolado.
-Dejémoslo estar. ¿Qué tengo que hacer?
Memory no respondió. Jeremy sintió cómo el terreno comenzaba a vibrar, y después la arena que tenía delante empezó a desplazarse para terminar por hundirse, creando un remolino de aspecto amenazador.
¡Arenas movedizas! El muchacho pegó un brinco hacia atrás. No podía tratarse de una faena de los monstruos de X.A.N.A.: la inteligencia artificial no tenía acceso a Lyoko.
-Te he abierto un pasaje -dijo después la voz de Memory-. A través de él deberías llegar directamente al núcleo central de Lyoko.
Jeremy empezó a temblar. ¿Memory quería que saltase dentro de aquel vórtice de arena? Por un instante se acordó de lo que había sucedido durante su batalla final contra X.A.N.A. En aquella ocasión Hopper tenía el aspecto de una esfera de energía y había abierto un pasaje al núcleo de Lyoko. Aelita y Odd se encontraban en el sector del hielo, y una cascada de plata que tenían ante ellos se había transformado en un pozo que se hundía en la oscuridad. Los dos muchachos habían saltado sin pensárselo dos veces. Pero ellos eran atléticos y ágiles, mientras que él...
<<Aj, basta ya -de dijo-. Te guste o no, no tienes elección>>.
Jeremy observó cómo la arena se encrespaba bajo sus pies. El remolino se había vuelto tan grande que se había transformado en una especie de tornado amarillos que se perdía en las profundidades de la tierra.
El muchacho se tapó la nariz, trató de infundirse algo de valor y saltó.
El desierto lo envolvió con millones de granos duros como piedras que le golpearon la piel y la ropa hasta hacerle gritar. La arena se le metió en la boca, ahogándolo mientras todo su cuerpo se veía atrapado por el tornado terroso, que tiraba de él hacia abajo cada vez con más fuerza.
Cayó y cayó, y cuando por fin tocó fondo volvió a abrir los ojos. Se encontraba en un lugar que conocía muy bien.


Jeremy estaba encima de una plataforma cuadrada. Estaba hecha de un material rocoso y liso cuyo frío tacto podía sentir a través de las suelas de sus babuchas de elfo. A su alrededor se abría el núcleo de Lyoko, un poco cilíndrico de paredes profundamente azules que no tenía fin ni principio tanto por arriba como por abajo. Jeremy experimentó una sensación de vértigo tan potente que lo hizo caer de rodillas.
Tiempo atrás, precisamente sobre aquella plataforma de roca, Aelita había utilizado el código de su padre para inyectar en el núcleo de aquel mundo virtual un antivirus capaz de destruir a X.A.N.A. El propio Hopper se había sacrificado para permitirle a su hija llevar a cabo su misión.
<<Aquí estoy -pensó Jeremy-. En el sitio donde todo empezó, donde todo deberá terminar>>:
-¿Y ahora? -preguntó.
-Debe de haber un puente por algún lado -le respondió unos instantes después la voz de Memory, que sonaba algo insegura-. Tendrías que llegar hasta él, atravesarlo y luego abrir la puerta que encontrarás al otro lado.
¡Aquí no ha ningún puente! ¡Lo único que hay es un pozo sin fondo! -protestó Jeremy.
-Ya lo veo, pero, ejem... -la voz se interrumpió, vacilante.
El muchacho se acercó hasta el borde de la plataforma, se inclinó un poco hacia delante para mirar abajo y luego retrocedió de golpe, asustado. La plataforma parecía surgir directamente de las paredes lisas del pozo, que no tenían puertas ni aberturas de ningún tipo. Estaba atrapado allí.
Al darse media vuelta vio que había aparecido una pantalla luminosa suspendida en el aire, un rectángulo evanescente que flotaba más o menos a un metro de la plataforma. Jeremy lo observó con curiosidad. La pantalla estaba subdividida horizontalmente en dos mitades. La mitad superior, más clara, tenía escrita la palabra CÓDIGO. La segunda,  casi transparente,  representaba un teclado de ordenador común y  corriente.
El muchacho rozo una de las teclas con un dedo, y en la pantalla apareció CÓDIGO: Q.
Jeremy borró aquella letra. Debía pensarse muy bien lo que iba a escribir. ¿Cuál podía ser el código correcto para salir de aquel lugar de pesadilla?
Sintió que la respuesta le venía a las puntas de los dedos de forma natural. Aquel lugar había sido diseñado por el profesor Hopper. Era un regalo para su hija.
CÓDIGO: A... E... L... empezó a teclear. CÓDIGO: AELITA.
La pantalla parpadeó dos veces y desapareció.
Los pies de Jeremy empezaron a elevarse por encima de la plataforma. El muchacho agitó los brazos, tratando de mantener el equilibrio, y luego se puso rígido al sentir un empujón invisible que lo impulsaba hacia arriba por el interior del pozo. Estaba volando. El Código Aelita lo estaba llevando hacia el cielo.

3 comentarios:

  1. O.O Siempre me pregunte como seria Jeremy en Lyoko Almenos me kitaron la Duda :D Pero Un elfo xD!!!
    Seria Genial k en la nueva temporada de code lyoko alfin podieramos ver a Jeremy en Lyoko .
    Aproposito alguien sabe la fecha de estreno de code lyoko evolucion?
    Denuevo Gracias x el kapitulo y muy bueno el video con tema navideño (lastima k en la serie nunka hicieron un capitulo x navidad o algo x el estilo u.u)
    Blanca un favor me podrias Decir kuantos kapitulos faltan para terminar el libro te lo agradeceria mucho :)

    Felices Fiestas !!!

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  2. Si, me encantaría ver a Jeremy en Lyoko, y un capítulo especial de navidad.
    La nueva temporada no tiene fecha oficial, pero será sobre septiembre del año que viene.
    Para terminar el libro quedan solo 4 capítulos!
    ¡Feliz día de navidad!

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